14 Ene 2022

HELLO! 1

La oración siempre será el arma más fuerte para nuestra vocación, ya que es la fuente de donde todo nace, pero, ¿qué tanta importancia le damos a la oración en nuestra vida y en nuestra vocación?

En esta época contemporánea podemos observar que hay tantas cosas que evitan que nosotros como hijos de Dios no hagamos oración, ya sea por el trabajo, la escuela, los problemas de la vida etc. Esto ocasiona que olvidemos todos los frutos que nos brinda la oración. Los santos de la Iglesia son un ejemplo de cómo la oración ayudó a sus vidas. San Agustín, que en un principio estaba perdido en el pecado, decide cambiar su vida buscando a Dios, lo buscaba de todas las maneras posibles, y cuando realmente lo encontró se da cuenta que siempre estuvo con él, y esto lo logró a través de la oración. Cuántas veces no hemos desperdiciado tiempo tratando de buscar qué es lo que nos hace felices, y acostumbramos a buscar la felicidad en las cosas materiales, en cosas que sabemos que no son eternas.

La relación que tiene la vocación con la oración es sumamente importante, independientemente qué vocación sea la que has elegido; el matrimonio, sacerdote, religioso/a, misionero. Sin la oración no vamos a poder encontrar el verdadero sentido de la vida, porque cuando nosotros oramos y vivimos nuestra vocación encontramos paz. Santa Teresa de Calcuta a pesar de que ya era una consagrada, a través de la oración pudo entender que Dios tenía una misión especial para ella, una misión que fue ayudar a los más pobres de entre los pobres. ¿Le has preguntado a Dios cual es esa misión especial para ti?

Ahora nuestra tarea es orar por todas las vocaciones del mundo, ya que como he mencionado antes, es el arma más fuerte para que nazcan vocaciones en nuestra Iglesia, recordemos las palabras del Papa Francisco en la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones: “que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida”.

Luis Enrique Pérez Hernández

Seminarista | 1ero. de Filosofía

09 Oct 2020

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La oración de contemplación es una de las distintas maneras en las que podemos estar en la presencia de Dios, es una oportunidad para poder sentir el amor misericordioso de Dios.

Y ¿por qué es importante orar? La oración es importante y también necesaria, ya que responde a todos los deseos del hombre hacia Dios, aquello que necesita, que quiere agradecer o que simplemente quiere compartir. De manera general, orar es un don de Dios, un diálogo con quien sabemos nos ama.

Y en el caso de la oración contemplativa, es “mirar al Señor” y escucharlo, vaciarnos de todo bastando una mirada. Hemos escuchado quizá, en algún momento, una forma muy particular de definir este método: «yo lo miro, Él me mira». En este mirar al Señor descubrimos aquello que hemos hablado en la oración. Esto se descubre con disposición del corazón, y el momento en el cual podemos realizar este ejercicio es cuando descubrimos que hablamos mucho, pero no hemos dejado que Dios nos hable. Esto sucede de forma inesperada; hay ocasiones en las que nos quedamos sin palabras al ver al Señor de manera sacramental o al descubrirlo a través de la creación o de un gesto dentro de nuestro día a día. San Buenaventura tiene un pensamiento muy interesante: “Que busquemos al Señor cada día, pero que lo encontremos primero en el propio corazón”. No podemos buscar a Dios afuera, si primero no lo hemos encontrado dentro de nosotros. Entonces, descubrir la voz de Dios en todos estos acontecimientos es contemplar.

Conocer esta manera de orar nos ayuda a no hacer de nuestro diálogo con Dios algo cualquiera, sino un momento especial en el que requerimos paciencia para escuchar. Podemos pensar que el Señor nos pedirá muchas cosas, algo que esté fuera de nuestro alcance; pero lo que realmente espera es que estemos con Él y que hagamos memoria de todo lo bueno que nos ha dado. Cuando no encontremos un punto de partida, acudamos a la Palabra de Dios, que es lámpara que ilumina nuestros pasos.

La oración no consiste en hacer discursos bonitos, frases motivacionales o consoladoras. Oración es, a veces, dirigir una mirada al Señor. Yo los quiero invitar a que busquemos en este método una herramienta más para seguir con nuestro camino de configuración con Jesús Buen Pastor, tomando en cuenta que esto no se da de la noche a la mañana, pero iniciarlo es un gran avance. No nos dejemos vencer por aquellos impedimentos que nos hacen alejarnos de Dios, y pidamos la luz de su gracia para poder escuchar y atender con un espíritu dócil aquello que Él quiere para nosotros.

Iván Ezequiel Martínez González
2 de Filosofía.

13 Mar 2020

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En toda vocación, la comunicación o el diálogo es un elemento indispensable para que ésta pueda madurar y crecer. Cuando éste componente es débil o simplemente no existe, se corre el riesgo de dar pasos frágiles. En su vida cristiana, el hombre debe comprender la importancia, pero sobretodo, la necesidad que tiene el diálogo con Dios, porque a parte de haber sido creado para vivir unido a Él, también fue hecho para vivir comunicándose con Él y esto se puede propiciar mediante la oración.

La oración es esa correspondencia o relación que tiene el ser humano con Dios a través del diálogo. El hombre, todos los días vive diversas experiencias que lo marcan ya sean de tristeza, de alegría, de miedo, de sufimiento, de éxito, de prosperidad, etc, y que lo deben de impulsar a adherirse más a Él y no alejarse o separarse.

En las Sagradas Escrituras podemos encontrar auténticos diálogos entre Dios y los hombres, dirigiéndose a ellos e indicándoles el camino de la vida. En el Antiguo Testamento podemos encontrar el caso de Ana (1S 1, 9-18) una mujer que experimentaba la aflicción de ser estéril y que le ha provocado una crisis, pero no se queda con los brazos cruzados, ni se deja hundir por el pesimismo y la desesperación, sino que lo resuelve de cara a Dios, hasta lograr su atención. Dios no ignora esta actitud de fe, y a la vez, de abandono en Él, y responde concediéndole un niño. Dios no se limita a darle sólo lo que ella le pidió, le da aún más, porque más tarde ese niño se convertiría en el caudillo del pueblo de Israel. Ana no olvida agradecerle a Dios por el don recibido (1 Sam 2, 1-10), producto de un corazón que se siente atendido y que ha experimentado la misericordia y el auxilio de Dios.

Otro ejemplo lo podemos encontrar en el libro de Ester cuando el pueblo de Israel corría el riesgo de ser exterminado. La reina no se siente capaz de defender a su pueblo, pero encuentra la fuerza en la intervención que ella hace por el pueblo de Israel, al pedirle al Señor que Él fuera su auxilio y ayuda, y de ésta manera manifiesta a la vez, su pobreza espiritual: “¡Señor mío, Rey de todos nosotros, tú eres único! Ayúdame, pues estoy sola; fuera de ti, no tengo a nadie que me ayude; estoy en gran peligro” (Est 4, 17). Por medio de la oración, Dios nos comunica su gracia y su valentía.

Dios siempre escucha el corazón del hombre y siempre está dispuesto a tenderle la mano. Nunca debemos olvidar que fuimos hechos para vivir en comunicación con Dios y la oración siempre nos va a dar la garantía de una vida fortalecida por la ayuda de Dios.

Aldo de Jesús Hernández Hernández
2do de Filosofía

17 Sep 2019

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Se cumplen 209 años que según la historia, se dieron los inicios de la lucha por la independencia del territorio nacional, hoy conocido como México. Han pasado ya más de dos siglos en que México se constituía como nación libre y soberana, sin duda fueron tiempos muy difíciles de inestabilidad social, económica y religiosa; pero gracias a aquellos hombres y mujeres valientes de quien hoy también hacemos heroica memoria, somos un pueblo con identidad y soberanía propia.

México sigue luchando por ser un país más justo, con mayor libertad y con una identidad bien arraigada. En los inicios de la lucha por la independencia se tenía como ideal, la no esclavitud de los hombres, el respeto de los derechos y garantías que la sola dignidad humana merece. Sin embargo es bueno preguntarnos ¿En verdad somos libres? ¿En verdad promovemos la dignidad de la persona? Quizá hoy en día no vivimos sujetos a las disposiciones de otro país, quizá no somos dominados por una monarquía, pero en estos tiempos en que todo se torna difícil y pesado, debemos seguir trabajado por una nación más justa, donde la persona realmente valga como lo que es y no por lo que pueda producir o hacer.

La construcción de nuestra nación no ha sido cosa fácil, han sido años de lucha, de ir caminando e ir plasmando huella, nos hemos enfrentado a muchas situaciones en las que el pueblo mexicano ha manifestado sus ideales y su identidad como una nación que se sabe autentica y humana. En los muchos problemas a los que hoy nos enfrentamos, debemos trabajar juntos, las soluciones no les competen a unos cuantos, sino que cada uno de nosotros debemos tomar nuestro lugar para que esta nación siga caminado, se siga construyendo y auto determinando.

Hoy viene a mi mente el Sr. Cura. Miguel Hidalgo y Costilla, padre de la patria. Aquel párroco que en la noche del 15 de septiembre de 1810, al repique de las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en Guanajuato, convocaba al pueblo con el estandarte de Nuestra Señora de Guadalupe, un hombre que supo identificar el acontecimiento guadalupano como identidad para todos los mexicanos. Nunca permitamos que nuestra historia sea borrada o manipulada. La historia de cualquier pueblo es la fuente de su identidad, es la memoria de sus héroes, de sus luchas, sus derrotas y sus logros, cuidemos como un tesoro invaluable la historia de nuestra nación y nuestra gente.

Contemplemos la prodigiosa imagen de Nuestra Madre Santa María de Guadalupe, y elevemos una oración por nuestra patria, por los mexicanos y mexicanas que todos los días luchan por ser una mejor nación, por aquellos hermanos que han tenido que dejar nuestra nación para buscar una vida mejor , por aquellos que nos gobiernan para que trabajen por la justicia y la paz, y por último, por nuestra Santa Madre la Iglesia, para que sepa ser testimonio de consuelo y esperanza para todos los mexicanos, especialmente por aquellos que sufren.

¡Viva México! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe!
¡Viva Nuestra Santa Madre la Iglesia! ¡Viva México!

Héctor Elías Morales Montes
2do. de Teología

05 Oct 2018

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En todo tiempo es importante rezar, pero durante este mes de octubre, la Iglesia nos invita al rezo del Santo Rosario. Un método de oración muy sencillo con el que podemos dirigirnos a Dios y a nuestra Madre del cielo, pidiendo su auxilio y su intercesión.

En que cada misterio contemplamos un pasaje bíblico que nos ayuda a recordar, la manera en que Dios se ha manifestado y ha llevado a cabo su obra redentora.

Muchos de nosotros rezamos el Rosario porque en cada Ave María podemos sentirnos cercanos y escuchados por nuestra Madre; mujer de confianza y entrega a Dios, que desde los inicios de la Iglesia ha estado presente con sus oraciones (No 965 CEC) y sigue haciéndolo por el gran amor que nos tiene.

María no puede ignorar nuestras palabras, nuestras miradas y mucho menos nuestro corazón cargado de preocupaciones, ella siempre está presta a quien se acerca; para escucharnos, consolarnos y animarnos. En ella podemos depositar nuestras peticiones para que ella a su vez, sea quien las presenta ante su Hijo.

Mediante su intercesión, María no tiene la intención de ser más o mayor que Dios, ella quiere ser “Mediadora, nuestra Abogada, nuestro Auxilio, nuestro Socorro y es así como Iglesia la invocamos” (Lumen Gentium 62).

Cuando rezamos el Rosario ya sea de manera personal o comunitario, no lo hacemos solos, Jesús y la Virgen María nos acompañan, entonces, ¡que mejor compañía podemos buscar! Ojalá que cuando lo recemos podamos disfrutar ese tiempo que le dedicamos y no sea solamente un repetir y repetir lo mismo,

Con el rezo del Rosario, podemos obtener una “síntesis de todo el Evangelio” (No. 971 CEC). Dediquemos pues, un tiempo para estar con Jesús y con María, con la intensión de unirnos a toda la Iglesia en la práctica de este ejercicio espiritual y tengamos presente esa frase del Papa San Juan Pablo II: “Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias”.

Aldo Gabriel Charles Martínez.
Seminarista de 1o. de Teología

06 Feb 2018

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En el marco de la Semana de Oración por la unidad en Cristo, las diferentes denominaciones religiosas (católicos, anglicanos, evangélicos) nos reunimos en una sola petición y anhelo: fomentar la unidad.

El pasado 23 de enero, nuestro Seminario fue sede para orar por la unidad de los cristianos, tal como se realizó en otros templos de las diferentes confesiones religiosas, a la cual asistieron:

El Rev. Alejandro Morales de la Comunión Anglicana, el Hno. Malaquías García de la Comunidad de Siervos de la Palabra, el Pastor Álvaro García Toscano de la Comunidad Evangélica, el Pbro. Jesús Treviño Guajardo de la Comunidad Católico-Romana y encargado de la Comisión de Diálogo Interconfesional del Departamento de Diálogo DEDIIRCEC, además de el Dr. Gregorio Treviño Lozano, Director de Asuntos religiosos de Nuevo León, y el Pbro. Mario Escalera Villanueva, Director del DEDIIRCEC.

En el compartir del Rev. Alejandro Morales y del Pastor Federico Elizondo, fueron de ánimo y motivación para los seminaristas, concientizándolos sobre la importancia de vivir unidos, y no en la división, quitarnos las cadenas y yugos que oprimen, y buscar la única meta y fin: CRISTO.

Así pues, ser cercanos de los demás, sin agresiones, pleitos y situaciones que haga de nuestra unidad una completa división, y nos invita también, a seguir fomentando el ser unidos.

Tener en cuenta, además, la Palabra de Dios, y utilizarla, no par agredir, lastimar, herir, pues Cristo no hizo eso, antes bien, utilizar la Palabra de Dios para centrarnos en la unidad, tomando en cuenta que tenemos un punto y meta final: ”Cristo vendrá por su única Iglesia, y a esa Iglesia espera verla unida, en paz y armonía”.