Así inicia la historia de nuestro Seminario
El Seminario de Monterrey nació el 19 de diciembre de 1792 por decreto de don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, tercer obispo de Monterrey, así inicia la aventura de formar pastores al servicio del pueblo de Dios.
La primera ubicación de nuestro Seminario fue una casa rentada que hacía esquina entre Ocampo y Dr. Coss. Su primer rector fue el Pbro. Br. Don Domingo Ugarte y Burgoa.
El Seminario durante la persecución religiosa
En 1914 las tropas carrancistas ocuparon el Seminario, por lo que los treinta alumnos con que contaba la institución se refugiaron en sus casas en espera de la próxima reapertura.
Ya desde 1910, tras el estallido de la Revolución, la formación eclesiástica de los seminaristas no era tan fácil. Los conflictos político-religiosos de la época ponían en peligro la existencia de los Seminarios. Ante esta necesidad apremiante, el Episcopado Mexicano funda en Castroville, Texas, el Seminario Nacional Mexicano. Tres seminaristas regiomontanos continúan sus estudios en este Seminario; otros tantos se preparaban de manera oculta en la ciudad.
El 1o. de septiembre de 1917, el Seminario reabre sus puertas en el edificio anexo al Templo de Nuestra Señora del Roble, donde permanecerá hasta 1926. Es su rector de 1917 a 1919 el P Juan José Hinojosa. El 11 de junio de 1919 es nuevamente nombrado rector el P. Juan José Treviño. Para 1922 es Prefecto de disciplina y de estudio el Padre Pablo Cervantes, Director Espiritual el Padre Juan José Hinojosa, y entre los profesores se encuentra el Padre Fortino Gómez; en ese momento hay en el Seminario un total de 43 alumnos.
En agosto de 1926 se cierran los templos y anexos, por lo que los seminaristas andarán de casa en casa hasta 1935; ocupando las instalaciones anexas al templo de San Luis Gonzaga, viviendo en la incertidumbre y a veces en persecución.
Don Juan José de Jesús Herrera y Piña, quinto Arzobispo de Monterrey, consigue en Roma, para nuestro Seminario, los restos de un santo mártir. En 1925 llegan los restos de San Teófimo a la ciudad de Monterrey, y en 1931, alumnos y formadores piden al entonces Sr. Arzobispo Don José Guadalupe Ortiz (exalumno de nuestro Seminario), les conceda tener como Patrono titular del Seminario a San Teófimo Mártir.
El Seminario en la casa de San Pedro, Garza García
Para 1954 las instalaciones del anexo al Templo de San Luis Gonzaga resultaban insuficientes para albergar a poco más de 150 seminaristas. Así el 19 de diciembre de 1959 se inauguran los nuevos edificios del Seminario Menor en San Pedro, construidos bajo la dirección y diseño del Octavo Arzobispo de Monterrey Don Alfonso Espino y Silva. Los edificios del Seminario Mayor se inauguran en mayo de 1964.
En los planes del Sr. Espino y Silva al construir el nuevo Seminario, era que dicha institución fungiera como Seminario interdiocesano, en el que las diócesis dependientes a Monterrey pudieran enviar a sus seminaristas, pero el responsable directo de la formación de los seminaristas, así como de lo económico sería el Arzobispado de Monterrey; distinto de un Seminario regional, en el que los obispos de la región comprendida son en colegio los responsables. No es, sino hasta 1972 cuando ingresan al Seminario de Monterrey alumnos de las diócesis de la región noreste.
En agosto de 1973 se ponen al servicio los edificios del Curso Introductorio en Allende, N.L., gracias al apoyo de Dn. José de Jesús Tirado y Pedraza, Noveno Arzobispo de Monterrey.
El Seminario en la casa de Juárez
Las instalaciones del Seminario ubicadas en San Pedro Garza García resultaron insuficientes al aumentar el número de jóvenes seminaristas, llevando a la necesidad de construir un nuevo Seminario, más grande, Es así como el 20 de abril de 1994, da inicio la construcción del Seminario Mayor en el municipio de Juárez.
Tantas son las personas que hace falta mencionar y que, sin embargo, han escrito con su vida la historia de nuestro Seminario, que faltarían hojas para poder compartir una historia íntegra.
Ya se suman 230 años formando sacerdotes, y con la ayuda de Dios y todo el Pueblo de Dios que sostiene con su oración y su apoyo económico al Seminario de Monterrey, seguirá formando los sacerdotes que la Iglesia de Jesucristo necesita, para los tiempos venideros.
Luis Miguel Éxiga López
2do. de Teología